candado simbolizando el amor en pareja

La importancia de desmitificar el amor romántico

El amor romántico, tal como se nos presenta, está cargado de expectativas de roles de género y relaciones desequilibradas.

En nuestra sociedad, el concepto del amor romántico ha sido alimentado y perpetuado a lo largo de generaciones. Desde temprana edad, nos bombardean con imágenes y narrativas que promueven la idea de que el amor debe ser apasionado, posesivo y eterno

El amor romántico, tal como se nos presenta, está cargado de expectativas de roles de género y relaciones desequilibradas. Se nos enseña que los hombres deben ser protectores y proveedores, mientras que las mujeres deben ser sumisas y sacrificadas. Esta visión arcaica no solo limita la libertad y autonomía individual, sino que también perpetúa la desigualdad de género en nuestras relaciones.

Es importante entender que desmitificar el amor romántico no significa renunciar al romance o al afecto. Se trata de reconocer que el amor verdadero no debe basarse en la posesión, los celos o la dependencia emocional. El amor saludable se construye sobre la base de la confianza, el respeto mutuo, la comunicación abierta y la igualdad de poder.

¿Qué es el amor romántico?

Según Coral Herrera, escritora y comunicadora feminista española, conocida por su análisis y crítica al mito del amor romántico:

El amor romántico es una construcción cultural y social, un mito que se consolidó durante el siglo XIX en nuestra cultura occidental y que se expandió por todo el planeta gracias a la globalización. Hoy es un fenómeno universal que une a las personas de dos en dos, y que constituye un gran negocio para una industria centrada en las parejas y sus creaciones de nidos. 

El amor romántico, tal como se ha concebido tradicionalmente, se sostiene sobre una serie de pilares que promueven relaciones nada saludables. Estos pilares son:

  1. Monogamia rígida: Si bien la monogamia puede ser una elección válida para algunas personas, la imposición de la exclusividad como norma en todas las relaciones puede limitar la expresión de la diversidad humana y restringir la libertad de las personas para explorar diferentes formas de conexión emocional.
  2. Aceptación de los celos: Considerar los celos como una muestra de amor verdadero refuerza la idea de que el control y la posesión son componentes esenciales de una relación romántica. En realidad, los celos suelen ser una manifestación de inseguridad y desconfianza, que pueden erosionar la intimidad en la pareja.
  3. Actitud posesiva: Ver a la pareja como una propiedad privada que se puede poseer implica una falta de respeto por la autonomía y la individualidad del otro. Esta actitud posesiva puede conducir a relaciones desiguales y coercitivas, donde una parte ejerce poder sobre la otra en nombre del amor.
  4. Incondicionalidad: El mito de que el amor romántico es incondicional puede llevar a tolerar comportamientos abusivos o dañinos en nombre del amor.
  5. Aislamiento: El deseo de pasar todo el tiempo posible con la pareja puede llevar al aislamiento social y emocional, limitando las conexiones fuera de la relación. Esto puede tener un impacto negativo en la salud mental y enriquecimiento personal de ambos miembros de la pareja.
  6. Sacrificio extremo: La idea de que una persona debe estar dispuesta a cambiar fundamentalmente por el bienestar de la otra puede conducir a relaciones desequilibradas y poco saludables. El sacrificio personal no debe ser una condición para el amor; más bien, el amor debe promover el crecimiento y la realización personal de ambas partes de manera equitativa.

La filósofa feminista Diana Maffía apunta que el amor romántico como fenómeno surgió entre el Renacimiento y la Era Moderna, a partir de cambios en la estructura familiar. Anteriormente, el matrimonio se concebía como una asociación con objetivos específicos, como la procreación o alianzas políticas, donde el amor y la sexualidad no necesariamente estaban presentes. En contraste, el amor romántico postula la idea de dos individuos que se atraen y se complementan, conformando una totalidad, basada en un modelo heterosexual.

El amor romántico es este ideal de complementariedad, pero también de satisfacción de los objetivos existenciales en la intimidad, esto pone a las mujeres en una situación vulnerable. Para ser una persona valiosa, debemos encontrar una pareja, tener hijos, porque nuestro éxito personal, nuestra trascendencia, depende de otros sujetos. La idea de romanticismo es una idea de satisfacción absoluta de todas las necesidades en ese vínculo, afirma Maffía.

Yarlenis M. Malfrán, psicóloga y feminista cubana aclara:

La moralización de la sexualidad y de los vínculos relacionales que no reverencian al amor romántico, colaboran con el pensamiento colonial donde todo lo que no es mono (monogamia y monosexismo) es desvío, pecado, ballú y desorden.

agrega que:

“En nombre del amor” las mujeres cargan en sus espaldas con todo el trabajo doméstico y de cuidado (incluso fuera del ámbito “privado”), o al menos con la mayor parte de este.
(…)
No pocas veces esa idea del amor como salvación y criterio de validación hace que nos agarremos (como a una tabla de salvación) a cualquier relación de pareja “en nombre del amor”. Es con base en esto que sostengo que el amor es un combustible para la violencia, porque fuerza, obliga a un tipo de sumisión de las mujeres y de otros cuerpos que, a priori, son descalificados dentro de ese escalafón social que establece quiénes pueden ser amados, asumidos públicamente, etc. Y obviamente ello se conecta con cuestiones de racismo, lgbtfobia, capacitismo y otras opresiones estructurales. Al final ¿quién merece ser amado? Sabemos que ni todes alcanzamos ese podio y que, además, él está diseñado para imponer opresiones hasta para quienes adentran a sus selectivos dominios.

¿Cómo ha impactado Disney en la legitimación del amor romántico?

En las sociedades occidentales, el amor a menudo se presenta a través del cliché de dos mitades que se encuentran para sentirse completas. La historia se reproduce con frecuencia en la literatura, el cine y la televisión, pero es muy dañina cuando se toma como referente para la realidad.

Disney, por ejemplo, ha ejercido una influencia significativa en la manera en que percibimos el amor romántico, especialmente a través de sus populares películas protagonizadas por princesas. Estas historias, a menudo ambientadas en mundos de fantasía, han moldeado el imaginario colectivo respecto a las relaciones amorosas y han contribuido a la legitimación de ciertos ideales románticos. Sin embargo, es importante analizar cómo este ideal se entrelaza con la realidad y cómo puede influir en nuestras expectativas y comportamientos amorosos.

Las películas de Disney suelen presentar un arquetipo de princesa que espera ser rescatada por un príncipe encantador. Estas narrativas tienden a enfatizar el amor romántico como el objetivo final de la vida de una mujer, perpetuando la noción de que la felicidad y la realización personal están intrínsecamente ligadas a encontrar una pareja romántica. Este enfoque, aunque puede resultar fascinante en el contexto de un cuento de hadas, puede tener consecuencias negativas en la vida real, al promover la idea de que una persona está incompleta sin un compañero amoroso.

Un libro que ha cuestionado y profundizado en estas representaciones es Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola Estés. En esta obra, la autora explora los mitos y arquetipos femeninos a través de cuentos y leyendas, ofreciendo una perspectiva alternativa al ideal de la princesa pasiva esperando ser rescatada. Estés invita a las mujeres a reconectar con su fuerza interior y a cuestionar las narrativas dominantes sobre el amor y la feminidad.

Los mitos del amor romántico

El amor romántico, tan arraigado en nuestras narrativas culturales, a menudo se presenta como la búsqueda incansable de nuestra “media naranja”, la creencia de que sin una pareja no podemos alcanzar la plenitud y la felicidad. Este mito, sin embargo, es profundamente problemático, ya que perpetúa la idea de que nuestra valía está intrínsecamente ligada a estar en una relación amorosa. Nos insta a buscar constantemente a otra persona para sentirnos completos, descuidando así nuestro propio crecimiento personal y nuestra autonomía emocional.

Otro mito extendido es el de que el amor verdadero es eterno, que una vez que encontramos a nuestra “alma gemela”, estaremos juntos para siempre. Esta concepción romántica puede ser peligrosa, ya que impone a las personas la obligación de permanecer en relaciones que pueden ser tóxicas o abusivas. 

Se tiende a pensar que el amor, por sí mismo, acaba arreglando cualquier problema de pareja. Pero esto no es cierto. A pesar del amor “en bruto” que puedas sentir por una persona, ese amor hay que pulirlo, canalizarlo, analizar qué aspectos de la relación no funcionan o necesitan mejorar, si esa pareja te aporta o te perjudica. Siguiendo esta idea de que “el amor todo lo puede” podemos encadenarnos a relaciones que nos generan sufrimiento.

Alternativas para el amor romántico

Es crucial explorar y promover alternativas que nos permitan construir vínculos más saludables y satisfactorios. A medida que cuestionamos los mitos y las expectativas poco realistas asociadas con el amor romántico, surge la necesidad de identificar y fomentar otras formas de conexión humana que prioricen el respeto mutuo, la autonomía y el crecimiento personal. Aquí, examinamos algunas alternativas al amor romántico y cómo pueden enriquecer nuestras vidas:

  1. Amistades profundas y significativas: Podemos cultivar amistades profundas y auténticas que brinden apoyo emocional, compañerismo y camaradería. Las amistades íntimas pueden ser tan enriquecedoras como las relaciones de pareja, y a menudo ofrecen una base sólida para el crecimiento personal y la satisfacción emocional.
  2. Relaciones poliamorosas y no monógamas: Las relaciones poliamorosas y no monógamas ofrecen una alternativa que permite a las personas explorar múltiples conexiones emocionales y románticas de manera ética y consensuada. Estas relaciones se basan en la comunicación abierta, el respeto y la honestidad, y pueden proporcionar una mayor libertad para expresar y satisfacer diversas necesidades emocionales.
  3. Autodescubrimiento y crecimiento personal: En lugar de buscar la felicidad y la realización en relaciones externas, podemos enfocarnos en nuestro propio autodescubrimiento y crecimiento personal. Esto implica cultivar una relación amorosa y compasiva con uno mismo, explorar nuestros intereses y pasiones, y trabajar en nuestra autoestima y bienestar emocional de manera independiente.
  4. Comunidad y conexiones sociales: En lugar de centrarnos exclusivamente en relaciones individuales, podemos encontrar satisfacción y pertenencia en la comunidad y en conexiones sociales más amplias. Participar en actividades grupales, colaborar en proyectos comunitarios y construir redes de apoyo pueden ofrecer una sensación de conexión y pertenencia que va más allá de las relaciones románticas.
  5. Amor platónico y relaciones afectivas no románticas: Reconocer y valorar las relaciones afectivas que no se ajustan al modelo tradicional de amor romántico, como el amor platónico o las relaciones afectivas no románticas, puede ampliar nuestro entendimiento de la conexión humana y enriquecer nuestras experiencias emocionales.

Hay muchas formas de relacionarnos y conectar con los demás que van más allá del amor romántico. Al explorar y promover estas alternativas, podemos construir relaciones más saludables, auténticas y satisfactorias que nos permitan crecer y florecer como individuos y como comunidad. 

Desmitificar el amor romántico es un paso fundamental hacia la construcción de relaciones saludables y equitativas. Debemos desafiar los estereotipos y normas de género que limitan nuestra libertad y bienestar emocional. Es hora de desaprender lo que nos han enseñado y abrir paso a nuevas formas de amar, más auténticas y enriquecedoras para todos.

 

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